Cristianismo de mente vacia - John Stott

Lo que Pablo escribió acerca de los judíos no creyentes de su tiempo podría ser dicho, creo, con respecto a algunos creyentes de hoy: “Porque les doy testimonio de que ellos tienen celo por Dios, sin embargo no tienen comprensión”. Muchos tienen celo sin conocimiento, entusiasmo sin esclarecimiento. En otras palabras, son inteligentes, pero les falta orientación. Doy gracias a Dios por el celo. ¡Que jamás el conocimiento sin celo tome el lugar del celo sin conocimiento! El propósito de Dios incluye los dos: el celo dirigido por el conocimiento, y el conocimiento inflamado por el celo. Es como oí cierta vez el Dr. John Mackay decir, cuando era presidente del Seminario de Princeton: “La entrega sin reflexión es fanatismo en acción, pero la reflexión sin entrega es la parálisis de toda acción”.

El espíritu de anti-intelectualismo es corriente hoy día. En el mundo moderno se multiplican los programadores, para los cuales la primera pregunta acerca de cualquier idea no es: “¿Es verdad?” pero sí: “¿Será que funciona?”. Los jóvenes tienen la tendencia de ser activistas, dedicados en la defensa de una causa, sin embargo no siempre verifican con cuidado si su causa es un fin digno de su dedicación, o si el modo como proceden es el mejor medio para alcanzarlo. Un universitario de Melbourne, Australia, al asistir a una conferencia en Suecia, supo que un movimiento de protesta estudiantil hubía comenzado en su propia universidad. Él retorcía las manos, desconsolado. “Yo debía estar allá”, reveló, “para participar". Pero ni sabia para qué era la protesta. Él tenía celo sin conocimiento.

Mordecai Richler, un comentarista canadiense, fue muy claro a ese respecto: “Lo que me hace tener miedo con respecto a esta generación es cuánto ella se apoya en la ignorancia. Si el desconocimiento general continua creciendo, algún día alguien se levantará en un poblado por ahí diciendo haber inventado... la rueda”. Este mismo espectro de anti-intelectualismo surge frecuentemente para perturbar la Iglesia cristiana. Considera la teología con desprecio y desconfianza. Voy a dar algunos ejemplos.

Los católicos casi siempre tienen dato un gran énfasis en el ritual y en su correcta conducta. Eso ha sido, por lo menos, una de las características tradicionales del catolicismo, aunque muchos católicos contemporáneos (influenciados por el movimiento litúrgico) prefieran el ritual simple, para no decir austero. Obsérvese que el ceremonial aparente no debe ser despreciado cuando se trata de una expresión clara y decorosa de la verdad bíblica. El peligro del ritual es que fácilmente se degenera en ritualismo, o sea, en una mera celebración en que la ceremonia se hace un fin en sí misma, un sustituto sin significado al culto racional.

Por otro lado, hay cristianos radicales que concentran sus energías en la acción política y social. La preocupación del movimiento ecuménico ya no es ecumenismo en sí, o planes de unión de iglesias, o cuestiones de fe y disciplina; por el contrario, se preocupa del problema de dar alimento a los hambrientos, casa a los que no tiene vivienda; con el combate al racismo, con los derechos de los oprimidos; con la promoción de programas de ayuda a los países en desarrollo, y con el apoyo a los movimientos revolucionarios del tercer mundo. Aunque las cuestiones de la violencia y de la implicación cristiana en la política sean controvertidas, de una manera general se debe aceptar que lucha por el solaz, por la dignidad y por la libertad de todo hombre, es de la esencia de la vida cristiana. Sin embargo, históricamente hablando, esa nueva preocupación debe mucho de su ímpetu a la difundida frustración de que jamás se alcanzará un acuerdo en cuestión de doctrina. El activismo ecuménico se desarrolla con reacción a la tarea de formulación teológica, la cual no puede ser evitada, si es que las iglesias en este mundo deban ser reformadas y renovadas, para no decir, unidas.

Grupos de cristianos pentecostales, muchos de los cuáles hacen de la experiencia el principal criterio de la verdad. Poniendo de lado la cuestión de la validez de lo que toman y declaran, una de las características más seria, de por lo menos algunos neo-pentecostales, es su declarado anti-intelectualismo.

Uno de los líderes de ese movimiento dijo recientemente, a propósito de los católicos pentecostales, que en el fondo lo que importa “no es la doctrina, pero si la experiencia”. Eso equivale a poner nuestra experiencia subjetiva por encima de la verdad de Dios revelada. Otros dicen creer que Dios propositivamente da a las personas una expresión inteligente a fin de evitar el pasaje por sus mentes orgullosas, que se quedan así humilladas. Pues bien. Dios ciertamente humilla el orgullo de los hombres, pero no desprecia la mente que él propio creó.

Estos tres énfasis – es el de muchos católicos en el ritual, los radicales en la acción social, y de algunos pentecostales en la experiencia - son, hasta cierto punto, síntomas de una sólo enfermedad, el anti-intelectualismo. Son válvulas de escape para huir a la responsabilidad, dada por Dios, del uso cristiano de nuestras mentes.

En un enfoque negativo, yo daría como sustituto este trabajo “la miseria y la amenaza del cristianismo de mente vacía”. Más positivamente, pretendo presentar resumidamente el lugar de la mente en la vida cristiana. Paso a dar una visión general de lo que pretendo abordar. En el segundo capítulo, a título de introducción, presentaré algunos argumentos - tanto seculares como cristianos - a favor de la importancia del uso de nuestras mentes. En el tercero, constituyendo la tesis principal, describiré seis aspectos de la vida y responsabilidad cristianas, nos cuáles la mente tiene una función indispensable. Concluyendo, buscaré prevenir contra el extremo opuesto, también peligroso, de abandonar un anti-intelectualismo superficial para caer en un árido super-intelectualismo. No estoy en defensa de una vida Cristiana de sequía, sin humor, teórica, pero sí de una viva devoción inflamada por el fuego de la verdad. Anhelo por ese equilibrio bíblico, evitándose los extremos del fanatismo, apresurándome en decir que el remedio para una visión exagerada del intelecto no es ni depreciarlo , ni negligencia, pero si mantenerlo en el lugar indicado por Dios, cumpliendo el papel que él le dio.

¿Por que los cristianos deben usar sus mentes?

La primera razón se presentará a todo creyente que desea ver el evangelio proclamado y Jesucristo reconocido en todo El mundo. Se trata del poder del pensamiento humano en la concretización de acciones. La Historia está repleta de ejemplos de la influencia las grandes ideas ejercen. Todo movimiento de poder tuvo su filosofía que se apoderó de la mente, inflamó la imaginación y capacitó la devoción de sus seguidores. Basta pensar en los manifiestos fascista y comunista del siglo pasado, en la obra “Mein Kampf” de Hitler, por un lado, y por el otro “el capital” de Marx y “Pensamientos” de Mao, del otro. A. N. Whitehead resume eso de la siguiente forma: Una gran parte del mundo está actualmente dominada por ideologías que, si no son completamente falsas, son extrañas al evangelio de Cristo. Predicamos “conquistar” el mundo para Cristo. ¿Pero qué especie de conquista tenemos en mente? Ciertamente que no una victoria basada en la fuerza de las armas.

Nuestra cruzada cristiana se diferencia completamente de las vergonzosas cruzadas de la Edad Media. Observemos la descripción que Pablo hace de esa batalla: “En la verdad, las armas con que combatimos no son carnales, pero tienen, a servicio de Dios, el poder de destruir fortalezas. Destruimos los raciocinios presuntuosos y todo que altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios. Hacemos cautivo todo pensamiento para llevarlo a obedecer Cristo”. Esta es una batalla de ideas, la verdad de Dios venciendo las mentiras de los hombres. ¿Será que creemos en el poder de la verdad? No mucho tiempo después que Rusia brutalmente reprimió la revuelta húngara de 1956, el Sr. Kruschev se refirió al precedente dato por el zar Nicolau I, que comando combate a la revuelta húngara de 1848.

En un debate sobre Hungría, trabado en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Sir Leslie Munro citó las observaciones hechas por Kruschev y concluyó su discurso recordando una declaración hecha por Lord Palmerston en la Casa de los Comunes en 24 de julio de 1849, con respecto al mismo asunto. Palmerston tenía dicto el siguiente: “Las opiniones son más fuertes que los ejercicios. Si fundadas en la verdad y en la justicia, las opiniones al fin prevalecerán sobre las bayonetas de la infantería, los tiros de la artillería y las cartas de la caballería”... Dejando de lado ejemplos seculares del poder del pensamiento, paso ahora a abordar algunas razones, más propiamente cristianas, por las cuáles debemos hacer uso de nuestras mentes. Mi argumento ahora es que en las doctrinas básicas de la fe cristiana, doctrinas de la creación, revelación, redención y juicio en todas ellas está implícito que el hombre tiene un doble e inalienable deber: Lo de pensar y lo de actuar de conformidad con su pensamiento y conocimiento.


Stott, John. Creer es también pensar.
...

No hay comentarios:

Publicar un comentario