¿Quién tiene la culpa? - Salvador Dellutri

Apartes del programa Tierra Firme de RTM con el profesor Salvador Dellutri:

Esteban: Estábamos mirando antes de la pausa la manera en que Edipo Rey resolvió la culpa enorme que lo embargó cuando se enteró que estaba casado con su madre, que había matado a su padre, que el problema familiar que había vivido lo metió en un brete en el cual no encontraba salida Salvador.

Salvador: Bueno. Muy distinta la cultura griega de la hebrea. La cultura hebrea era mucho más rígida porque tenía los diez mandamientos. Los diez mandamientos eran terribles, porque para cumplir hasta se legislaba en el corazón del hombre. Sin embargo, Dios dio los diez mandamientos y juntamente con eso (es muy importante entender la simultaneidad de todo eso), Dios da los diez mandamientos y hace hacer un templo portátil, y en ese templo, hay un altar y aquel que siente culpa porque ha transgredido, entonces lleva un cordero al altar y se sacrifica el cordero y Dios perdona la culpa. Aparece la expiación. Quiere decir que ellos tenían un sistema más rígido pero tenían un sistema expiatorio. Ellos podían reconocer la culpa, porque en el momento de hacerlo, tenían la forma de solucionarlo. Yo no tengo forma de solucionarlo y me angustia, pero los hebreos tenían formas para solucionarlo.

El cristianismo es exactamente lo mismo, la cruz de Jesús es el lugar de expiación de la culpa. Por lo tanto, puedo considerarme culpable, pero sé donde debo ir para descargarme de esa culpa. No voy a seguir el camino de Edipo.

Durante el siglo XVIII nació el concepto antropológico. Thomas Hobbes, quien escribió la frase: “el hombre lobo del hombre”, dice que el “hombre es capaz de hacer el mal, pero necesita un Estado Leviatán que lo maneje con mano de hierro”. Él es el primero que quiere evitar el estado de la culpa; pongámonos en un estado que sea tan rígido que nadie va a querer ser culpable.

Después vino Rousseau y cambió todo, dijo: “el hombre es bueno por naturaleza, lo que lo corrompe es la sociedad” y desarrolla el pensamiento del “buen salvaje” que vive feliz hasta que llega el egoísmo, la contradicción es evidente, cómo seré bueno en una sociedad mala.

Pero en el siglo XX aparece otra postura, Lenin, siguiendo a Marx, toma el falso principio de que el mal reside en la sociedad.

Esteban: Un poco lo que decía Rosseau también.

Salvador: Claro, el mal residía en las clases sociales, en los medios de producción. No en la persona, ni en la conciencia, quitó el valor a la conciencia, quitó el valor a la culpa y quitó el valor a la responsabilidad.

Esteban: Despersonalizó la cuestión.

Salvador: Y hoy muchos siguen ese camino, la despersonalización del asunto.
  • ¿Quién tiene la culpa? “El demonio que me tentó”. Es lo mismo que hizo Agamenón.
  • ¿Quién tiene la culpa? Y… “estaba escrito en los astros”, hoy sería: “esta en los horóscopos”.
  • ¿Quién tiene la culpa? Toda la sociedad, que está mal estructurada, por eso yo me porto mal.
Mucha de la neurosis que vive la sociedad de hoy se debe a que no asumimos nuestra propia responsabilidad, entonces se utiliza el psicoanálisis como un confesionario laico. Donde nos sacamos la culpa, pero no hay elaboración de la culpa.

Esteban: Es interesante como se ha elaborado esta trama tan compleja Salvador.

Salvador: La culpa ha sido el movilizador de la historia, tanto la culpa como el exculparse. Hoy estamos ante un problema mucho más grande, porque ha aparecido por ejemplo en la literatura, el exculparse. Por ejemplo Andrés Calamaro tiene un tema que se llama “Mi enfermedad” que dice: “Estoy vencido porque el mundo me hizo así, no puedo cambiar. Me entrego al vino porque el mundo me hizo así, no quiero cambiar”. Es interesante porque la primera vez dice: “no puedo cambiar” y la segunda dice: “no quiero”. Es una contradicción...¿no puede? O ¿no quiere? Es interesante que este mismo tema lo toma Fabiana Cantilo y le cambia la letra. Ella dice: “estoy vencida porque el mundo me hizo así, pero puedo cambiar”, altera la frase diciendo de alguna forma que quiere y que puede cambiar. Y seguramente porque ella vivió un problema grave en su vida y pudo salir, y sabe lo que cuesta, puede decir y darse fuerzas diciendo: “puedo cambiar”. No estoy en un estado de bancarrota.

El apóstol Pablo decía, “queriendo yo hacer el bien hayo esta ley el mal está en mi”. Hay una ley espiritual que nos negamos a aceptar, el hecho de que somos seres falibles que nos equivocamos y tenemos que admitir nuestra culpa. Cuando nos sentimos dioses, dios no se equivoca y queremos no equivocarnos, somos seres falibles y nos equivocamos, y si nos equivocamos es porque hay algo dentro nuestro que es el mal.

Como decía San Agustín cuando robó las famosas manzanas cuando era joven. Robaron tantas que luego las tuvieron que tirar. Y él se pregunta...¿por qué si no era para comer? ¿por qué si no era para venderlas? Hicimos el mal por el mal mismo, lo que quiere decir que el mal está dentro nuestro, y si hay mal dentro nuestro entonces hay responsabilidad y culpa. Cuando asumimos responsabilidad y culpa entonces encontramos en Dios la salida para eso.

Se cuenta que Alfredo el Grande. Rey de los sajones del siglo IX, era el protector en el avance de los daneses y fue atacado por ellos, quienes le desbandaron el ejército, entonces él se tuvo que disfrazar como pastor y se metió en los bosques. Llegó hambriento a la casa de una campesina y le pidió comida. Entonces la campesina estaba haciendo unas tortas en el horno y le dijo cuídame las tortas que están en el horno mientras que yo voy a ordeñar las vacas, y ella se fue a ordeñar las vacas. El rey estaba tan enfrascado en su problema y en cómo salir, que se le quemaron las tortas. Cuando la mujer vuelve y ve las tortas quemadas le dice: “holgazán, inservible” lo insulta de arriba a abajo y de pronto llega el marido que se da cuenta que es el rey, y cuando vuelve le pregunta: “¿Cómo le estás hablando así? No sabes que es el rey”. Y Alfredo contestó, “cuando uno acepta un deber grande o pequeño debe cumplirlo”. Estaba diciéndole: “Tiene razón, me está culpando porque yo acepté un deber que aunque era pequeño, yo tenía que cumplirlo.” Y esto le sirvió para volver a comandar el ejército y para rearmar todo.

Creo que cuando admitimos la culpa, admitimos la responsabilidad, eso nos capacita para cosas mucho más grandes. Por lo tanto, si tenemos una respuesta para la culpa en Jesucristo, si podemos llevar la culpa delante de Dios sabiendo que Él es amplio para perdonarnos...¿por qué no asumimos la responsabilidad y asumimos nuestras culpas para así poder ser promovidos a tareas más grandes?

Ver documento completo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario