Cuando las circunstancias no tienen sentido

Lamentablemente, muchos jóvenes creyentes, y también algunos más viejos, no saben que habrá momentos en la vida de cada persona, cuando las circunstancias no tienen sentido, cuando nos parece que lo que Dios ha hecho no tiene sentido. Este es un aspecto de la fe cristiana del cual no se habla mucho.
Tenemos tendencia a enseñarles a los nuevos cristianos las porciones de nuestra teología que son atractivas a la mente secular. Por ejemplo, Campus Crusade for Christ [Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo], (un ministerio evangelístico al cual respeto mucho), ha distribuido millones de folletos titulados: "Las cuatro leyes espirituales". El primero de esos cuatro principios bíblicos dice: "Dios le ama y tiene un plan maravilloso para su vida". Esa declaración es totalmente verdadera. Sin embargo, da a entender que el creyente siempre comprenderá ese "plan maravilloso", y que lo aprobará. Eso podría no ser cierto.

  • Para algunas personas, tales como Joni Eareckson Tada, el "plan maravilloso" significa vivir en una silla de ruedas como una cuadriplégica.
  • Para otras significa una muerte prematura, pobreza o el desprecio de la sociedad.
  • Para el profeta Jeremías, significó ser arrojado en una cisterna.
  • Para otros personajes bíblicos significó su ejecución.

Sin embargo, aun en las más terribles de las circunstancias, el plan de Dios es maravilloso, porque finalmente, "a los que aman a Dios" todas las cosas que estén en armonía con su voluntad "les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28).

El doctor Richard Selzer es un cirujano y uno de mis autores favoritos. El escribe las descripciones más hermosas y compasivas de sus pacientes y de los dramas humanos con que los mismos se enfrentan. En su libro titulado: Letters to a Young Doctor [Cartas para un joven doctor], dijo que la mayoría de nosotros parecemos estar protegidos durante algún tiempo por una membrana imaginaria que nos protege del horror... De la misma manera en que el sistema inmunológico nos protege de la presencia invisible de las bacterias dañinas, esta membrana mítica nos protege de las situaciones que ponen en peligro nuestra vida. Desde luego, no todos los jóvenes tienen esta protección.. Pero la mayoría de ellos están protegidos, y no se dan cuenta de esto. Entonces, a medida que pasan los años, un día ocurre. Sin ningún aviso, la membrana se rasga, y el horror penetra en la vida de la persona o en la de uno de sus seres queridos. Es en ese momento que una crisis teológica se presenta inesperadamente.

  • ¿Qué es lo que estoy sugiriendo?
  • ¿Que nuestro Padre celestial no se preocupa por sus vulnerables hijos o no se interesa en ellos?
  • ¿Que se burla de nosotros, los simples mortales, como si fuéramos parte de alguna broma cósmica, cruel?

Es casi una blasfemia el escribir tales disparates. Cada descripción de Dios que se hace en la Biblia , lo presenta como infinitamente amoroso y bondadoso, cuidando tiernamente a sus hijos terrenales, y guiando los pasos de los fieles.

  • El dice que "pueblo suyo somos, y ovejas de su prado" (Salmo 100:3).
  • Su gran amor por nosotros le movió a enviar a su Hijo unigénito como sacrificio por nuestro pecado, para que pudiéramos escapar del castigo que merecemos. El hizo esto "porque de tal manera amó al mundo" (Juan 3:16).
  • El apóstol Pablo lo expresó de la siguiente manera: "Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida , ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 8:38-39).
  • Isaías nos comunicó este mensaje enviado directamente por nuestro Padre celestial: " No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10).

No, el problema no tiene nada que ver con el amor y la misericordia de Dios. Sin embargo, el problema persiste.

Dobson James. Cuando lo que Dios hace no tiene sentido. Unilit, 1993. pp18-20

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