Lectura cristiana de un terremoto - Respuestas ante lo incomprensible – Milton Acosta

¿Qué puede uno decir como cristiano a una semana del terremoto ocurrido en Haití? Es probable que no haya mucho que decir, sino más bien mucho que hacer. Sin embargo, me permito ofrecer unas breves reflexiones desde una perspectiva bíblica, teológica y cristiana. Lo hago con plena consciencia de mis limitaciones en esos tres campos; por eso es “una perspectiva”. Como es un tema que levanta preguntas, lo he planteado en términos de respuestas.

La primera y más bíblica de todas las respuestas ante una tragedia como la ocurrida en Haití es “no entiendo.” La devastación de una nación ya devastada es un hecho incomprensible por donde se mire.

La segunda e igualmente bíblica de todas las respuestas es: “¿qué puedo hacer para ayudar?” y hacerlo. Ojala no pase mucho tiempo entre la primera respuesta y la segunda. Al dar hay que cuidarse de no convertir la ayuda al necesitado en un show o en una “inversión”. También es necesario reconocer nuestras limitaciones y que en realidad en la mayoría de los casos tampoco hacemos todo lo que pudiéramos hacer.

Hay quienes explotan estas tragedias política y sociológicamente. Despliegan números donde se muestra quién da más: “somos mejores que los demás”. Dista mucho esto de “no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha.” Así, lo que se presenta como bondad, desde la perspectiva bíblica es marca de la hipocresía y la vanagloria, de falsa espiritualidad y falsa bondad. Habrá que ver cuántos y quiénes quedan en Haití cuando las cámaras se hayan ido. Sin embargo, a veces ocurren cosas de tal magnitud que mueven a la humanidad como si Dios la moviera, sin reuniones ni lujosos salones ni grandes anuncios. En cualquier caso, dé de corazón, de prisa y según sus posibilidades.

La tercera respuesta cristiana es la oración: “Dales Señor a los sobrevivientes el consuelo que ninguna ayuda humana puede dar.” Esta respuesta va de la mano de la segunda. Si orar implica cerrar la billetera, ¡ay de ti! La oración le da continuidad a la ayuda, no la reemplaza. ¿Qué escucharemos de esta tragedia en un año, en cinco, en cincuenta? ¿Qué pasará cuando termine el show de los noticieros? La oración y la acción cristianas no pueden ir al ritmo de la “Noticia de última hora.”

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