La ciencia al desnudo - Alejandro Rocamora

Tomando como base un artículo de The Times, del Reino Unido, la versión en español del The New York Times puso en relieve algunos reveses científicos dignos de comentar. Hoy parece que la ciencia no está tan segura de ciertos elementos que hasta no hace mucho fueron indiscutidos. Lo interesante es que ni siquiera la ciencia sabe siempre lo que cree saber. El mito, en la forma de especulación teórica, es la argamasa en la que se colocan muchos ladrillos de los descubrimientos científicos.[1]

Hay un mito que se disfrazó de hecho durante tanto tiempo y tan bien que a la mayoría de nosotros no se nos ocurriría cuestionarlo: la gravedad. ¿Quién pensaría que existen dudas de algo que parece corroborado levantando una manzana y dejándola caer? No obstante, como informó The Times, un respetado físico holandés afirma que la gravedad es una ilusión. «La gravedad no existe», dijo Erik Verlinde a The Times. No hay duda, por supuesto de que los objetos en la Tierra caen, y que adquieren velocidad en el descenso. Pero una fuerza llamada gravedad no es necesariamente lo que mejor lo explica. La explicación de Verlinde es demasiado compleja aun para sus colegas físicos. De todos modos, no es el primero en atacar la credibilidad de Newton. Tanto Stephen Hawking como Einstein, hicieron sus intentos.

Menos sorprendentes son, quizá, los ataques contra la teoría de la evolución. Científicamente, dejando de lado la línea del diseño inteligente, se supone que la creación de Darwin está corroborada en todos sus sentidos. Una de sus demostraciones más curiosas: el modo en que ciertas especies imitan la forma y el color de otras especies.

Pero este mimetismo aparentemente mágico no se ajusta cómodamente a la idea de que fue producido, como diría Darwin, por una serie exhaustiva e infinita de leves mutaciones aleatorias que simplemente ocurrieron para contribuir a la propagación. El verdadero mecanismo disparador, y la manera en que la mímica se ajusta y perfecciona, continúa siendo algo que la ciencia parece quizá conocer, se supone que conoce, pero en realidad desconoce.

A los científicos no les gusta atraer la atención sobre la «materia negativa» que constituye la inmensidad de las lagunas en su conocimiento. Y esto nos permite vivir como si la ciencia iluminara nuestro camino de manera más brillante, aunque en muchos casos está lejos de la realidad. [2] La materia oscura es un ejemplo de un «mito» científico. Si bien su existencia sigue siendo especulativa, se la toma cada vez más como real. Es decir, todavía no se sabe qué es lo que mantiene al universo de una pieza. ¿Qué lo sostiene unido? No se sabe. Se supone que la «materia oscura» Algo que no se ve pero debe estar allí pues de lo contrario todo el Universo se desmembraría.

Sería bueno que un proyecto científico pudiera terminar con algo que hasta los científicos coinciden en que es poco probable que lleguen a conocer: por qué hay algo en vez de nada y, por supuesto, el propósito y el sentido de todo.

La Biblia dice: «En el principio Dios creó los cielos y la tierra» (Génesis 1.1); «En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios» (Juan 1.1); «Jesús es la imagen del Dios invisible, le primogénito de la creación. En él fue creado todo lo que hay en los cielos y en la tierra, todo lo visible e invisible…todo fue creado por él y para él. Él existía antes de todas las cosas, y por él se mantiene todo en orden» (Colosenses 1.15-17). «En Cristo están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento» (Colosenses 2.3)

Las preguntas más profundas de la humanidad, que todavía siguen sin responder desde el punto de vista científico, se responden fácilmente para la persona de fe. ¿Por qué hay algo en lugar de nada? ¿Cuál es el sentido y propósito de la vida? Estas preguntas tienen una única respuesta: Dios. Él hizo todo desde la nada y lo hizo con un propósito: relacionarse con nosotros y que nosotros nos relacionemos con él. Como bien decía Agustín: «El hombre tiene un vacío que sólo Dios puede llenar». Acerquémonos a Dios y él se acercará a nosotros. En él tendremos todas las respuestas que tienen que ver con la vida y su propósito.

Nota publicada en Sociedades Bíblicas Unidas

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