En la relevante discusión sobre Dios, su existencia, medios de revelación y manera de relacionarse con su creación, es siempre interesante ver como muchos de los interesados en el tema de repente se convierten en expertos de toda ciencia que involucra los temas mencionados.
Tiempo atrás tuve la ocasión de leer algo de lo que escribe Hernán Toro, quien con vehemencia y evidente repulsión por la religión, y el cristianismo en particular, escribe artículos en los que se desvirtúa la creencia en un ser transcendental, mucho más la existencia de un Dios personal como el que presenta la Biblia.
Si bien Toro es una persona educada que escribe bien, y que muy probablemente tiene una gran pasión por presentar adecuadamente sus objeciones contra el cristianismo, sus argumentos no impresionan mucho. Los elementos que Toro ofrece en sus columnas en contra de la existencia de Dios, y en contra de la autoridad de la revelación especial son básicamente un reciclaje de los argumentos que otros han expresado. Esta practica es común hoy en día, incluso entre los pensadores ateos más virulentos y de mayor popularidad en occidente (Richard Dawkins, Sam Harris, Christopher Hitchens, et al.) A pesar que metodológicamente existe un espacio valido para reciclar argumentos –siempre y cuando se le el crédito al autor- esta práctica implica un análisis de lo que se pretende reciclar y esto a su vez infiere conocer del tema que se esta tratando. Es en este punto donde los Dawkins, los Harris y los Hitchens reciben, justamente creo yo, gran parte de las críticas, es en este punto donde Toro también debe ser inicialmente criticado.
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